El año pasado vi un documental de Documentos TV (La 2 de TVE) llamado La gran ola, que trata sobre el riesgo de tsunami en las costas del sur de España y Portugal. Es un reportaje muy recomendable si os interesa la gestión de riesgos y emergencias o la prevención ante grandes catástrofes naturales. En la entrada de hoy me gustaría reflexionar acerca la prevención de la criminalidad y la de los grandes desastres, dos campos en los que pueden -y deben- trabajar los criminólogos.
Viñeta de Mafalda (Quino) editada para ilustrar el tema de hoy
Últimamente he estado poniendo en orden algunos apuntes que he ido recopilando a lo largo de los años, sobre las diferentes fuentes que puede usar un criminólogo, para obtener datos sobre criminalidad.
Como profesionales, se supone que nuestra labor principal es estudiar el crimen y el comportamiento desviado, y no voy a hablar de comportamiento criminal, primero para no repetirme tanto, y segundo, porque a los criminólogos también nos interesan los comportamientos de individuos que, sin llegar al extremo de incurrir en el delito, son preocupantes desde el punto de vista de la seguridad ciudadana o personal. Por lo tanto, la desviación también debe tenerse en cuenta a la hora de prevenir.
Ahora bien, el criminólogo es un científico, en tanto que necesita estudiar y analizar el fenómeno criminal mediante una aproximación científica, y para eso es necesario tener o poder desarrollar métodos elaborados de análisis de datos a gran escala (aunque eso dependerá del estudio que queramos llevar a cabo, pero vamos a ponernos en este hipotético caso).
Sin datos precisos no se pueden elaborar teorías explicativas acerca de la criminalidad, ni se pueden proponer medidas efectivas para su reducción y/o control. Además, sin esos datos tampoco se puede comprender la naturaleza o extensión del crimen (tipología y alcance), no se pueden realizar seguimientos de las tasas de criminalidad, ni medir los factores individuales o colectivos que influyen en ellas. Vamos, ¡lo que se llama un desaguisado!
Ojalá fuera tan fácil, ¿verdad? Pues hay un criminólogo que más o menos hizo esto… Henry Mayhew*, frecuentaba a las tabernas de Londres en busca de información para sus investigaciones; allí ofrecía una caña a los ociosos a cambio de convertirse en sus entrevistados. ¡Tal cual!
¿Y qué hacemos? Pues primero conocer brevemente, las fuentes mediante las cuales podemos obtener esos datos (si la montaña no va a Mahoma…