Hace unos años publiqué una serie de entradas llamada «Lobby en criminología». Aunque el tema finalmente se quedó en dos partes (introducción y parte 1), volví a hablar de ello en una entrada dedicada al Estatuto de la víctima (del que los criminólogos quedamos excluidos). Por aquél entonces, tanto mi experiencia como la escena criminológica española eran bastante diferentes a las de ahora, pero es un tema al que le he seguido dando vueltas (especialmente desde que han ido apareciendo nuevos colegios profesionales). Hoy reflexionamos sobre si el momento ha llegado, y sobre cómo podemos formar un buen lobby en criminología.
En las citadas entradas propuse una serie de acciones que podían llevar a cabo los estudiantes y profesionales de la criminología que quisieran «hacer presión» para hacer avanzar a nuestra ciencia —incluso sin estar asociados o colegiados—. Aunque los consejos no están mal, no dejan de ser bastante básicos, y estar adaptados a una situación que es muy diferente a la actual: ya tenemos cinco colegios profesionales en España, por no hablar de las diversas asociaciones que siguen en activo. Como siempre intento seguir mejorando todo aquello que me propongo, hace poco he vuelto a rodearme de material para correspondencia, y a actualizar algunos escritos para enviar por e-mail… Solo que, esta vez, he querido ir un poco más allá, alentada por una frase que escuché en un curso para emprendedores:
Una persona que nunca pide ayuda, es alguien que no tiene nada que aportar.
Aunque parezca un poco chocante, tiene su aquel: a veces, para aportar algo a los demás, —y a nosotros mismos—, tenemos que pedir ayuda. Llega un momento en el que por muy autodidacta y proactivo que seas, puedes llegar a un límite que no puedes superar sin ayuda externa; saber reconocer ese momento, y encontrar la forma adecuada de pedir ayuda —no todas valen—, es fundamental. Por supuesto, también es importante encontrar a la persona adecuada a la que pedirle ayuda. Así que me pregunté dónde podría encontrar a alguien que supiera de lobby en criminología, ya sospechando que no iba a encontrarlo en España… Aunque aquí hay cada vez más criminólogos, y también grupos de presión bastante potentes de todo tipo de gremios, los intereses de nuestro colectivo y las acciones propias de lobby no están tan interrelacionados como deberían; sucede exactamente lo mismo que con los cursos de emprendimiento: que resulta muy difícil sacar algo de provecho adaptado a la labor del criminólogo porque hay un desconocimiento generalizado acerca de su figura.
Si os estáis preguntando qué tiene que ver con todo esto la frase que he citado antes, os lo digo ya: busqué a través de Internet a una persona que supiese de criminología y también de lobby, para que me orientase. Así es como encontré a un sujeto que es politólogo, criminólogo y ciudadano de Kansas, con el que he cruzado un par de correos electrónicos. Evidentemente, los criminólogos de EE.UU no necesitan hacer uso de las acciones de lobby para obtener el reconocimiento de su profesión, puesto que el contexto es totalmente diferente al de países de América central y del sur, así como de España (y también lo son sus objetivos y las salidas profesionales a las que pueden aspirar). La persona con la que he hablado da clases en la universidad sobre lo que aquí llamaríamos «ciencias políticas», pero como nuestros contextos son tan diferentes, he tenido que exponerle brevemente:
- Por qué me interesa conocer técnicas de lobby (y a qué me refiero con «lobby»).
- Cómo se pueden aplicar dichas técnicas para conseguir el reconocimiento de la criminología (salidas profesionales, regulación de competencias propias, marcos en los que ejercer de varias formas, etc.).
- Cuál es la situación actual de la criminología grosso modo.
Al final resulta que tenemos mucho por hacer, así que me ha recomendado varios libros y una lectura online (no es ligera, aviso, pero es muy interesante; eso sí, la información que contiene necesita ser adaptada al contexto de cada país). Por otro lado, me ha esquematizado algunos conceptos que voy a desarrollar aquí tras leer algunas de sus recomendaciones. En definitiva, ¿qué podríamos hacer los criminólogos para hacer lobby y conseguir abrirnos camino como gremio?
+ Conseguir apoyos: no han sido pocos los compañeros criminólogos que han destacado el «sectarismo» por el que se caracteriza nuestra profesión: queremos abrirnos a la sociedad y al mercado laboral, pero seguimos «encerrados» de tal manera que no confraternizamos lo suficiente con otros profesionales afines (tanto en funciones como en objetivos). Estamos tan centrados en nuestros problemas particulares que se nos olvida que estamos rodeados de potenciales puntos de apoyo. Es un error que gran parte de lo que hacemos los criminólogos vaya destinados a otros criminólogos, porque de esta manera no nos abrimos al exterior, y nuestro objetivo debería ser ganar visibilidad.
Nosotros ya sabemos lo que hacemos y podemos hacer —o deberíamos—, pero una de las acciones de lobby más importantes es, precisamente, movilizar el apoyo de personas ajenas al gremio, ya sean profesionales o ciudadanos. Las acciones encaminadas a darnos a conocer entre los demás, y a hacernos comprender por ellos, son potencialmente beneficiosas para desarrollar la profesión. Pero claro, esto no es fácil de hacer y tampoco es una actividad muy agradecida: promocionarse implica hablar, comunicar, dirigirse a aquellos que necesitamos que nos ayuden, llamar la atención de la gente hacia temas en los que nosotros podemos ayudar… En resumen, hay que trabajar en equipo para conseguir un cambio, y esto puede implicar trabajar con personas totalmente inesperadas, o con gente con la que no te apetece hacerlo; el truco está en encontrar puntos en común, identificar a posibles aliados y forjar uniones que nos beneficien a todos (imprescindible emplear una estrategia ganar-ganar).
Como nunca se sabe quién estaría interesado en que los criminólogos tuviésemos nuestro hueco, o quién estaría dispuesto a apoyarnos en nuestras peticiones, es mejor lanzar muchos anzuelos, es decir, tener una amplia variedad de potenciales aliados entre los que elegir, y tantearles a todos. Si hay algo claro, es que cuantas más personas se mueven hacia una objetivo común, más probabilidades hay de lograrlo.
Hace algo más de año y medio, escuché a una persona decir que «los criminólogos trabajamos por la paz». Me quedé con el culo torcido ante esa expresión: ¡WTF! ¿¡por la paz?!, ¿en serio?… Pues fijáos en cómo son las cosas, que cuanto más lo pienso más razón le doy: los criminólogos tenemos la opción de atraer a muchos aliados que nos ayuden a luchar por nuestra profesión, porque con ella protegemos derechos fundamentales, necesidades propias del Estado del bienestar, y podemos dar respuesta a preocupaciones cada vez más universales como son la seguridad, la igualdad, la sostenibilidad, la salud física y mental… Nuestra profesión sirve para mejorar muchos aspectos de la calidad de vida de los ciudadanos, y esa es una gran baza a nuestro favor.
¿Qué ocurriría si buscaramos grupos de personas interesadas en las mismas cuestiones que nosotros? Creo que eso nos daría la opción de entrar en contacto con grupos más grandes o sectores de la sociedad que aún no nos conocen. Quizá en esos sectores haya personas influyentes —como políticos o empresarios—, pero creo que es un error intentar reunirse de buenas a primeras con ellas porque sin haber fidelizado un grupo que nos apoye, no tenemos el respaldo de nadie. Solo somos criminólogos juntándonos con otros criminólogos intentando hacernos oir por las instituciones y el gobierno, pero hasta el momento, no nos ha funcionado. A lo mejor es una buena idea hacer auto-crítica y evaluar cuáles han sido nuestras acciones hasta ahora, y a dónde nos han llevado. Creo que hay un síntoma digno de revisar si vamos al ritmo que vamos pese a que han aparecido cuatro colegios profesionales de criminología, prácticamente al mismo tiempo. Hay dos posibilidades:
- O las acciones son las correctas, y vamos en la buena dirección, pero es cuestión de constancia y paciencia,
- o las acciones son erróneas, y vamos en mala dirección, pero es cuestión de constancia y paciencia.
La constancia y la paciencia son dos características que no le pueden faltar a ningún criminólogo, pero ¡ojo con dónde o en qué las empleamos! Nadie nos impide seguir intentando sacar adelante esta profesión, pero tenemos nuestra parte de respondabilidad: no deberíamos emplear tiempo, recursos y esfuerzos en acciones que no nos acerquen a nuestros objetivos.
Un ejemplo simple: fijáos en cuaquier grupo de activistas a nivel nacional. No me importa si son animalistas, si están a favor de la custodia compartida efectiva, o de la tortilla de patatas con cebolla: casi cualquiera de estos grupos tiene más capacidad de coordinación para encontrar apoyos que el gremio de criminólogos. Precisamente los activistas a veces llevan cabo acciones chocantes, o que dan que hablar al resto de la población, porque están probando qué es lo que funciona y qué es lo que no, y esto les sieve para marcar el camino a seguir. El lobby y el activismo no son tan diferentes como algunos puedan pensar.
+ Generar mensajes: ya sabemos que no es nada fácil desarrollar discursos o crear mensajes para promocionar la criminología; no tenemos más que ver cómo publicitan el grado muchas de nuestras universidades. Pero de nuevo, estamos desaprovechando una de las mejores bazas que tenemos: ¡a la gente le atrae muchísimo la criminología y todo lo que la rodea! ¿Creéis que los físicos teóricos o los ingenieros de caminos lo tienen más fácil que nosotros? Ya sea por curiosidad o por preocupación, a la gente le atraen los temas que constituyen nuestros objetos de estudio, y además se los toman bastante en serio porque les afectan. Ahí tenemos un terreno fértil que no estamos utilizando para plantar nada (me atrevería a decir que seguimos empeñados en abonarlo porque no nos creemos que vaya a brotar ni una brizna de hierbajo, ¡así de apaleados vamos por la vida!). La sociedad tiene necesidad de criminología, pero no lo sabe; y esta es la seguridad con la que debemos que enfrentarnos a nuestro problema de «invisibilidad».
Podemos hacer lo que otros no hacen y escuchar a muchos grupos diferentes de personas (potenciales aliados), porque escuchando sus problemas y preocupaciones es como va a surgir enseguida una necesidad que puede cubrir la criminología. Eso nos puede ayudar a experimentar con nuevas formas de promocionarnos y de explicar lo que hacemos. En definitiva, si conseguimos aislar el problema por el que no nos estamos vendiendo todo lo bien que deberíamos, podremos generar un mensaje claro sobre quiénes somos y para qué estamos aquí. Eso nos ayudaría a conseguir explicar qué es la criminología a través de un mensaje más universal, que nos permita llegar a más gente, y conseguir más aliados.
Estos son algunos trucos que podemos usar al establecer contacto con grupos afines (aliados) que nos permitan prosperar como gremio:
- ¿Cuál es nuestra audiencia objetivo? (por ejemplo, una charla con un grupo ecologista, con una asociación de vecinos, con una organización de ayuda a personas en riesgo de exclusión, etc.)
- ¿Hay diferentes sectores de la sociedad en dicha audiencia? Si es así, intentar determinar cuáles son (am@s de casa, migrantes, empresari@s, jubilad@s…)
- ¿Qué necesitamos de ellos? (apoyo institucional, conformar un grupo de presión sectorial, etc.)
- ¿Qué necesitamos comunicar? (ojo, solo lo imprescindible; cuanto más simple, mejor)
- ¿Qué lenguaje y nivel de formalidad es el más apropiado? (ojito con esos tecnicismos, que nos conocemos…)
- ¿Cuál es la manera más productiva de enfocar los problemas / retos? (hay que hacer propuestas y estar dispuesto a escuchar; nada de ir a llorarle a otros)
- ¿Qué canales de comunicación son los más adecuados? (redes sociales, prensa, charlas / coloquios presenciales…)
- Redactar un documento con los mensajes clave que representan a la criminología y sus objetivos, tratando de enfocarlo siempre desde el punto de vista constructivo y tendiendo la mano para apoyar a otros (no se nos olvide el ganar-ganar). Dicho documento debería ser discutido, revisado y acordado por todos los criminólogos posibles, buscando siempre lo que tenemos en común y lo que queremos para todos.
- Poner a prueba los mensajes clave del documento del punto anterior ante una audiencia externa al gremio; en función de los resultados, se deben modificar para mejorarlos.
Antes he mencionado brevemente a los políticos, y algunos me diréis que «ya hay criminólogos hablando con políticos». ¡Pues claro que los hay! Pero tristemente, la mayoría de las cartas y correos electrónicos nunca llegan a los destinatarios que ocupan altos cargos (o no responden); entre que reciben exigencias por todas partes y que tienen muy poco tiempo, es normal que prefieran escuchar las inquietudes de los demás cara a cara. Aunque conseguir reuniones personales es bastante complicado, ofrecen la oportunidad de responder a las dudas en el momento, y de poder reaccionar ante diversas respuestas para adaptar nuestro discurso. Y como esas reuniones hay que aprovecharlas al máximo, aquí van unos consejos de lobby para preparar encuentros con agentes formales:
Antes de la reunión:
- Preparar la reunión: es más fácil que nos den cita si solicitamos una reunión corta (de un máximo de 30 minutos, aunque lo ideal son 15). Hay que establecer un tema concreto a tratar y dar los nombres de los asistentes si van a ir varios (esto nos lo van a pedir en la secretaría igualmente).
- El lobby o grupo de presión debería decidir de antemano un mensaje concreto (qué queremos dejar claro) y una solicitud (qué queremos que se haga respecto al tema que planteamos; directo, sin paños calientes).
- Llevar documentación impresa para usarla en la reunión o dejársela a la persona que nos atiende (mucho cuidado con la corrección gramatical, las faltas de ortografía y posibles problemas de impresión / encuadernación).
Durante la reunión:
- Llevar la vestimenta adecuada (creo que esto es obvio, pero por algo será que nos lo repiten tanto).
- Si acuden varios asistentes, quedar con anterioridad para entrar juntos.
- Agradecer a la persona que nos atiende su tiempo y dedicación para escucharnos.
- Exponer brevemente el problema que hay con la criminología y por qué es importante para el grupo que se representa (gremio o parte de él). Aquí deberíamos estar muy atentos porque, tras esta toma de contacto, ya debería haber señales que nos indiquen cuál es la postura de la persona que nos atiende respecto al tema (tranquilos, suele ser desconocimiento total o curiosidad. Buena cosa).
- Si nos plantean preguntas que no sabemos o no podemos responder en ese momento, podemos apuntarla (llevar algo para apuntar; esto se me ha olvidado decirlo antes, ¡qué cabeza!) y pedir un correo electrónico para responder más tarde. Si uno se compromete a esto hay que hacerlo, SÍ o SÍ.
- Estar pendiente del reloj para no pasarnos del tiempo asignado. Es muy importante no pasarse, a no ser que la otra persona sea la que de pie a ello, pero en cualquier caso, si ya es la hora, se le puede decir «no me gustaría robarle más tiempo» (o algo así), para mostrar que estamos pendientes (por mi corta experiencia, suelen acceder a quedarse más tiempo).
- Dar las gracias al terminar (obvio, pero la última imagen es tan importante como la primera).
Después de la reunión (¡esto no ha terminado!):
- Realizar un pequeño seguimiento de la reunión (por ejemplo, enviar documentación que se haya pedido, responder las preguntas que se hayan quedado pendientes o enviar una carta de agradecimiento en nombre del grupo).
- Mantener el contacto con la persona que nos atendió o con un asistente suyo (alguien a quien podamos remitir información actualizada que le interese, informes anuales, noticias, invitaciones a eventos, etc.)
Como he comentado a lo largo de esta entrada, podemos encontrar apoyos entre todo tipo de personas, y no únicamente entre profesionales y sectores influyentes de la sociedad (aunque sean deseables, no lo son todo). No sé en otros países, pero en España nos salen las asociaciones por las orejas, por lo que hay montones de organizaciones sin ánimo de lucro de todo tipo, entre las que podemos buscar aliados. Remito de nuevo a la frase que cité al principio de la entrada:
Una persona que nunca pide ayuda, es alguien que no tiene nada que aportar.
¿Porqué esto es más importante de lo que parece? Pues porque nos puede ayudar a reflexionar sobre lo que tenemos que aportar los criminólogos, tanto individual como colectivamente (en grupos o como gremio), y a saber identificar cuándo necesitamos apoyo u orientación por parte de otros. Quizá algunos de los lectores de este blog conozcan la lucha de los funcionarios de prisiones con sus lemas #tuAbandonoMePuedeMatar y #SOSPrisiones; solo es un ejemplo de los muchos grupos que hay en nuestro país con problemas más cercanos a los nuestros de lo que creemos, y con los que podríamos hacer formar un lobby mucho más visible. Merece la pena intentarlo.
Hasta la próxima entrada.