Lo que quiero compartir hoy es una entrada sobre la iluminación en la CPTED, un tema relacionado con uno de los libros que tengo publicados, que trata sobre iluminación y criminalidad (Luces y sombras en criminología, 2015). Suelo estudiar de forma autodidacta temas relacionados con la prevención criminal aplicada a ámbitos específicos, así que, mientras leía sobre CPTED los pasados meses, he ido anotando actualizaciones sobre el tema que trato en el citado libro (también sobre aseos públicos, pero eso lo dejo para otra entrada). Aquí comparto lo que he aprendido, de la forma más simplificada posible. ¡Vamos allá!
¿Por qué es importante la iluminación en la CPTED?
CPTED es prevención criminal mediante el diseño ambiental, y una de las formas de influir sobre un ambiente es, precisamente, a través de la iluminación. Cuando digo influir me refiero a diseñarlo y/o modificarlo de tal manera que sus usuarios -la ciudadanía- lo perciban y utilicen de cierta manera. Asi que podemos considerar la iluminación como una técnica capaz de integrarse perfectamente con estrategias de la CPTED que, además, es imprescindible para garantizar la vigilancia natural cuando es de noche; también es importante para fomentar la legibilidad durante las horas de oscuridad.
¿Cómo integrar la iluminación en la CPTED?
Ahora lanzo una pregunta relacionada con el párrafo anterior: ¿cómo integramos la iluminación para que forme parte del conjunto de estrategias propias de la CPTED? Pues hay infinidad de posibilidades, pero he llegado a la conclusión de que estas son algunas de las formas más sencillas para conseguirlo (paso a explicarlas una por una).
Planificar la iluminación en 2D
¿A qué me refiero con 2D? A analizar la iluminación en plano y en altura. Por ejemplo, si queremos iluminar una plaza donde hay árboles, que está rodeada de edificios, no nos podemos fijar solo en una vista aérea para situar las farolas. También tenemos que tener en cuenta que puede ser necesario iluminar a diferentes alturas y que los propios edificios, mobiliario urbano o vegetación pueden fomentar o dificultar que la iluminación sea eficiente. Las fachadas blancas son buenas para reflejar la luz sin deslumbrar, pero las fachadas de cristal pueden provocar reflejos indeseados; los arbustos y árboles altos están bien, pero los árboles frondosos con una copa entre los 2,5 y 3 metros de altura pueden ocultar las farolas. Se trata de utilizar el ambiente existente a nuestro favor para facilitar la vigilancia natural (y, si no es posible, quizá haya que estudiar qué modificaciones serían necesarias para lograrlo).
Mirad este ejemplo:
No es una solución que me encante porque, en lo personal, me parecen algo molestas las luces en suelo cuando las miro directamente. Pero en este caso creo que funcionan muy bien porque los árboles no son muy altos y sirven de pantalla reflectante.
Buscar la iluminación que encaje con el ambiente
Esto puede parecer una pijada, lo sé… pero resulta que hay ciertos ambientes que piden una iluminación acorde. Esto se puede entender desde el punto de vista de la seguridad física (diseño de la farola) y desde el de la estética (elección del tipo de luz). Por ejemplo, en un barrio con altos niveles de vandalismo, quizá lo mejor sea instalar farolas con cierto blindaje o con materiales más resistentes de lo habitual, incluso si va en detrimento de la estética. Aunque, hablando de estética, hay ocasiones en las que esta prima sobre todo lo demás, como en esta callecita del Barrio Rojo en Amsterdam, donde las luces «acompañan» el ambiente que se pretende generar:
Analizar cómo responde la luz cuando se refleja sobre elementos circundantes
La iluminación de espacios públicos no es nada sencilla; de ser así no tendríamos problemas como la contaminación lumínica o los reflejos que tanto pueden llegar a molestar a conductores y peatones. Todo lo que rodea una fuente de luz a cierta distancia se ilumina e ilumina a su vez, porque parte de esa luz rebota sobre la superficie. Esto indica que las superficies, los materiales de los que están hechas y sus colores, influyen en la iluminación, así que hay que tenerlos en cuenta para modular la intensidad, elegir una temperatura de color u otra, escoger un diseño de farola concreto, etc.
Usar la iluminación para servir a la legibilidad
Esto no solo tiene que ver con poder leer los carteles y señales por la noche, sino también con la elección de rutas o lugares más seguros por los que transitar cuando está oscuro. Incluso se puede usar una luz muy escasa para aquellos lugares que no estén pensados para ser usados por la noche, como por ejemplo, las piscinas comunitarias o los parques infantiles; en el del siguiente ejemplo no solo hay señalización (legibilidad), sino que, directamente, no hay farolas dentro (la poca luz que llegue es la de los alrededores):
Asegurarse de que hay buena iluminación en zonas estratégicas
Con zonas estratégicas me refiero, sobretodo, a las que se usan mucho (de paso frecuente) y a las que se pueden considerar vulnerables. En esta categoría podrían clasificarse los portales de edificios, los aparcamientos (bajo tierra o de superficie), los aseos públicos…
Mejorar la iluminación para reducir la contaminación lumínica
Antes he mencionado esto, y es bastante importante porque puede trastocar la calidad de vida de un barrio entero si no se tiene en cuenta. Más iluminación no implica necesariamente más seguridad, ni vecinos más contentos; y sino que se lo pregunten a los de este residencial de Badajoz, que no pueden dormir en verano por la cantidad de luz que les entra de la calle (aquí la noticia):
Incluir la iluminación como parte de estrategias de mantenimiento
Lo voy a decir: en España no es una prioridad reducir los costes de mantenimiento por vandalismo; si alguien rompe una farola porque su diseño es «tentador» o porque está situada en un lugar mejorable, no se suele hacer nada. Simplemente, se gasta el dinero público en reponerla las veces que haga falta; a nadie se le ocurre plantearse seriamente por qué se repiten los destrozos e invertir parte de ese dinero en crear una estrategia de mantenimiento duradera. Si algún día existe una estrategia de mantenimiento del mobiliario urbano enfocada a la sostenibilidad y la reducción del gasto público, se deben incluir las farolas sin lugar a dudas.
Usar el ambiente existente para incorporar puntos de luz
Os habréis fijado en que las farolas no siempre están en el suelo, sobre un poste; a veces se colocan en las fachadas de edificios, porque se pueden aprovechar las oportunidades existentes para integrar la iluminación como parte del entramado urbano (por ejemplo, usando elementos propios del diseño de las fachadas de los edificios). Un ejemplo típico lo encontramos en calles muy estrechas o en las que se prefiere dejar despejadas las aceras, como en el callejón de San Matías en Granada:
Iluminar para hacer legibles nombres y números de calles
¿Cuántas veces habéis buscado el número o nombre de una calle por la noche y no habéis visto tres en un burro ni a dos metros? No hablo de problemas de miopía, sino de problemas por falta de iluminación que afectan a la legibilidad. Esto puede ser especialmente importante para vehículos de emergencias, o cuando uno va conduciendo mientras busca una calle o el número de un portal. Quizá sería buena idea unificar mediante criterios técnicos la manera en que se iluminan (o reflejan la luz) los carteles con los nombres de las calles y los números de los portales. ¿Podrían usarse caracteres reflectantes? Lo que está claro es que es importante empezar por iluminar bien aquellos carteles que están pensados para ser leídos a cualquier hora, como este mapa informativo en Londres, que se retroilumina de noche (así los turistas no se pierden, sin importar si es de día o no):
Conclusión
Creo que esta es de las entradas en las que más imágenes he utilizado, además de la serie sobre vigilancia natural efectiva (muy relacionada con esto, por cierto). Estoy preparando otra entrada con actualizaciones sobre aplicaciones de la CPTED en aseos públicos, y otra sobre estrategias de iluminación para varios espacios específicos.
¡Nos leemos!