Puede que esta entrada sea un poco larga, pero creo que merece la pena haberla escrito, y espero que también merezca la pena leerla.
¿Qué es eso de hacer lobby? Bueno, puede que la expresión no suene muy bien traducida directamente al español, pero en inglés se suele decir to lobby.
Según la R.A.E., lobby es el «Grupo de personas influyentes, organizado para presionar en favor de determinados intereses». Quizá en España aún no se conciban otras acepciones de este término, pero en algunos países anglosajones, es bastante habitual que un solo indivíduo pueda hacer lobby, sin necesidad de pertenecer a un grupo o de organizarse con ciento y la madre…
Vale, pero ¿qué tiene que ver esto con la Criminología?
Primero vamos con la historieta, que considero necesaria como introducción:
Mientras aún era estudiante de Criminología, llevé a cabo varias acciones que en aquél momento no parecían más que burdos intentos estudiantiles por mejorar la situación del criminólogo en España (especialmente el del estudiante).
Una de ellas consistió en reunir firmas de mis compañeros de universidad para promover la Criminología, y mandárselas a José Luís Rodríguez Zapatero, que por aquél entonces era el Presidente del Gobierno. Una carta con el taco de firmas se envió directamente a Moncloa, pero como es «lógico», no hubo respuesta.
En 5º de Criminología, viendo que habíamos obtenido pequeñas victorias mediante el envío de cartas al rectorado de la universidad, y que los ‘peces muy gordos’ no nos prestaban atención, una compañera de clase me propuso seguir enviando cartas, pero esta vez a los Ministerios e instituciones gubernamentales que tuvieran relación con la Criminología (aprovecho para dar las gracias a Angélica Sepúlveda por la idea, y también mando saludos a Tania Santos, que se sumó a la iniciativa).
Entre los años 2009 y 2013 mandamos unas 30 cartas a 11 instituciones diferentes, incluída la Presidencia del Gobierno. Todavía no lo sabíamos, pero en realidad no estábamos mandando cartas, ¡estábamos haciendo lobby!
¿Cómo pueden hacer lobby cuatro gatos? (o uno solo)
Aunque hoy en día hay nuevos de canales a través de los cuales llegar a nuestros dirigentes (como las redes sociales), es importante seguir usando los métodos «de toda la vida», como el envío de cartas.
Por otro lado, en lugares como Australia o Canadá, es medianamente normal que una sola persona pueda emprender acciones consideradas como lobby, sin necesidad de pertenecer a una gran asociación, a un grupo de protesta, etc.
Mis compañeras y yo no recibimos respuestas a todas las cartas que enviamos, pero sí obtuvimos algunos datos de utilidad, y aunque llegó un momento en que nos cansamos y lo dejamos, volvimos a plantearnos retomar la iniciativa hace poco.
He recopilado una serie de trucos para que cualquier pueda hacer lobby en Criminología, independientemente de que esté solo, cuente con pocas personas dispuestas a echarle un cable, o no tenga tiempo ni ganas para organizarse con un grupo grande de personas:
– LAS HISTORIAS PERSONALES SON IMPORTANTES: La mayoría de dirigentes están hartos de recibir cartas hiper formales que no les dicen nada. Mientras que el resto de los mortales tenemos que archivar los papeles en un archivador, ellos no necesitan eso, porque tienen un chisme especial llamado papelera donde meten un documento y ya está: ¡Archivado!
Una buena manera de que tu carta reciba respuesta y no termine archivada en la papelera, es redactar un texto original y comentar brevemente cómo nos afecta directamente la paupérrima situación de la Criminología. No es necesario contar nuestra vida ni la historia de la Criminología, pero eso puede ayudarles a comprender mejor nuestro problema (y con suerte, a empatizar).
– LOS COPIA-PEGA NO SON BUENA IDEA: Una cosa que irrita mucho a los dirigentes es recibir cientos o miles de copias de un mensaje. Con Internet y las nuevas tecnologías se puso de moda algo muy poco recomendable para hacer lobby de manera eficaz, que es redactar cartas en cadena que terminan con un «¡pásalo para que todos se enteren y se tomen medidas!».
Ese tipo de cartas cansa a cualquiera, y lo único que se consigue con ellas es que nos tomen por vagos y las manden directas a la carpeta de Spam (o al archivador-papelera si van por correo postal).
Mejor redacta algo actualizado, original y dirigido exclusivamente a una persona, para que vea que al menos te tomaste la molestia de presentarle el problema de manera personal.
– NO HACER LAS COSAS A LO LOCO: El Gobierno funciona de una manera compleja, y muchas veces, como ciudadanos no sabemos muy bien a quién dirigir nuestras peticiones. Lo mejor es informarse de quién es el responsable que puede hacer algo por lo que pedimos, aunque también se puede averiguar con quién habla o quién le influye en su toma de decisiones. ¿Con qué personas se mueve cuando se le ve en público? ¿A quién sigue en Twitter? (esto puede parecer una tontería, pero se puede aprender mucho de los dirigentes que tienen una cuenta en esta red social).
– HACER LOBBY INDIRECTO: Otra manera de «abordar» a un dirigente es pedirle una opinión o valoración sobre nuestra situación como colectivo profesional. Con esta acción no buscamos que haga algo directamente, sino simplemente queremos que se moje, que piense sobre el tema que le exponemos y nos de una opinión.
Como esa declaración puede hacerse pública en el mismo momento en que recibimos la respuesta, podemos emplearla para alentar a otros dirigentes a tratar el tema o incluso recopilar opiniones de varias personalidades políticas y exponérselas a un superior suyo. Conste que esto es una estrategia para decirle algo como «¿ve cuánta gente de su partido está de acuerdo con nosotros?». A veces las acciones indirectas pueden llevarnos directamente a nuestro objetivo.
(…)
Además de lo anterior, muchos colectivos que hacen lobby dan tres consejos básicos para tener éxito en nuestras peticiones (al menos a la hora de recibir una respuesta):
– Ser breve y conciso: No se recomienda enviar una carta de más de un folio por una cara. Pensad que es gente con mucho trabajo y/o con pocas ganas de leer más cartas de ciudadanos enfadados. Además, las carencias que tiene la Criminología en nuestro país son tan variopintas, que es mejor exponer una parte muy concreta de la problemática y no un «¡haga algo para que nos den trabajo a los criminólogos donde sea!». ¿No sería mejor pedir la inclusión del criminólogo en las juntas de tratamiento penitenciarias?
– Ser amable y correcto: No es buena idea ir de prepotente por la vida, tampoco exigir, ni dirigirse a un dirigente con malas formas. El truco muchas veces no está en lo que se dice sino en cómo se dice. Uno puede expresar decepción e indignación de una manera tan diplomática, que incluso resulte agradable leer su carta. Conviene recordar que los criminólogos no somos el único colectivo profesional que tiene problemas, así que mejor ser prudentes para no parecer un grupo de egocéntricos.
– Exponer motivos fundamentados: La mayoría de dirigentes de nuestro país no sabe ni que existimos, o al menos es casi seguro que no tiene en mente al colectivo de criminólogos en su día a día, por lo que conviene explicarles por qué lo que pedimos es importante para nuestro gremio y fundamentarlo.
Personalmente tengo que decir que siempre que he seguido esta fórmula he obtenido buenas respuestas o he conseguido lo que buscaba, como cuando me publicaron aquella carta en 3 periódicos.
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Por último, me gustaría aportar algo al tema basándome en la experiencia de haber mandado cartas otras veces. Aquí van algunos consejos para evitar cansarse y desesperarse:
ESTUDIAREMOS SU PROPUESTA: En muchas ocaciones recibiréis una carta en la que os digan «estudiaremos su propuesta», «lo comunicaremos a X», y cosas por el estilo… Aunque en esos momentos desearéis tener uno de esos maravillosos archivadores-papelera, recomiendo usar la respuesta en beneficio propio: deja pasar un tiempo y reenvía una carta nueva adjuntando la respuesta de la anterior. Es una manera de hacerles saber que estás pendiente, que no te olvidas, o una forma de decir «¿y bien?, ¿se lo comunicaron a X?, ¿estudiaron la propuesta?». ¡Y a ver qué responden!
PASARSE LA PELOTA: Una de las cosas que más rabia nos daba a mis compañeras de lobby y a mí, es que una respuesta nos remitiera a otro departamento, a otro Ministerio o a otra persona; creíamos que nos tomaban el pelo, que no se responsabilizaban o que se pasaban la pelota unos a otros con tal de no responder. En realidad, ahora no creo que tuvieran mala fe, y por eso recomiendo seguir sus instrucciones a rajatabla: envía la carta original junto a la respuesta a donde te indican, porque es una manera de «dejar sin escapatoria» al nuevo destinatario; es como decirle «X me dijo que usted me respondería a esta cuestión». Tarde o temprano alguien tendrá que dar la cara.
SIGUE INTENTÁNDOLO: Pasado un tiempo, y tras recibir siempre el mismo tipo de respuestas, mis compañeras y yo nos hartamos de mandar cartas. ¡Error! El verdadero lobbista (¡esto sí que suena mal en español!) se mete algo entre ceja y ceja, establece un objetivo y NO PARA. Por eso es mejor mandar pocas cartas pero siempre para lo mismo y siempre a las mismas personas. Eso permite hacer un seguimiento, que te conozcan, e incluso escalar posiciones y llegar a gente con más poder de decisión.
Evidentemente conviene revisar la fórmula cada poco, intentar mandar cartas que destaquen más o sean más originales, etc., pero no es bueno desviarse contínuamente del objetivo porque eso agota y frustra. Hay que concentrarse en algo e insistir.
NADA ES UNA LOCURA: La peor iniciativa es la que no se lleva a cabo, así que, por ridícula que creas que es tu propuesta, por loca que consideres que es tu idea o por tonta que veas tu manera de exponer las cosas, NO TE ECHES ATRÁS.
Las cosas más locas e incluso impulsivas que he hecho, han sido las que más beneficios me han traído a la hora de hacer lobby. Un ejemplo de esto es que se me ocurrió contactar con un diputado a través de Twitter y al menos conseguí que leyera algunas cosas sobre Criminología. También contacté con el director de un laboratorio de análisis forense de Madrid y en respuesta a mi carta me invitó a las instalaciones, me enseñó cómo funcionaban todos los aparatos y compartimos impresiones sobre el estado de la Criminología.
No es gran cosa, pero hay muchas formas de lobby que los particulares pensamos que no podemos llevar a cabo porque somos «David contra Golliat», y creedme, hay que quitarse esas ideas de la cabeza porque son nuestro principal impedimento para obtener respuestas, y creo que a los criminólogos nos deben unas cuántas…
EN DEFINITIVA…
Se pueden mandar cartas, se puede investigar para ver quién se ocupa de qué o quién tiene influencia, amistad o relación directa con esa persona, y sobretodo, merece la pena intentar ser oídos, aunque sólo sea una vez al año. Redactar una carta lleva como mucho veinte minutos, ¿y qué son veinte minutos en un año? Si todos los criminólogos que hay por ahí desilusionados se planteasen recibir una respuesta sobre su situación profesional, o se planteasen exponerle a alguien con poder sus problemas, quizá nos tendrían más en cuenta.
No hace falta pertenecer a un grupo de presión importante ni tener una asociación; estamos hablando de ser independientes y proactivos, de atrevernos a preguntar y aprender a hacerlo lo mejor posible. Quién sabe si una de esas cartas puede algún día tocar la fibra sensible de algún dirigente, concienciarle de verdad y ensanchar aunque sólo sea un poquito el camino que nos lleve a salir del atolladero.
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Ahora tengo el blog un poco más parado de lo habitual, pero es principalmente debido a que no doy abasto: estoy terminando de revisar el que va a ser mi primer mini-libro (no quiero que sea muy extenso y me gustaría que tuviera un coste asequible para cualquiera), estudiando para un oposición, realizando unas encuestas, contactando con más gente para el Proyecto MEC, intentando mantener el ritmo de publicaciones en Criminología y Justicia, Sport Seguridad AC y Criminología y Criminalística, etc.
No obstante, me gustaría retomar este tema de hacer lobby en Criminología en futuras entradas, por lo que he creado una categoría llamada «lobby».