Cuando estudiaba la carrera de Criminología, una de las cosas que más me llamaron la atención fueron las ideas de Thomas de Quincey, a quien ya dediqué hace tiempo una entrada. En concreto me estoy refiriendo a sus teorías acerca de la ‘belleza’ de ciertos crímenes, que evidentemente solían ser asesinatos.
Las situaciones que estoy experimentando los últimos meses gracias a las investigaciones que llevamos a cabo a través del despacho de Criminología, y que tienen que ver precisamente con el esclarecimiento de un delito, me están ayudando a comprender mejor a qué se refería exactamente Thomas de Quincey. Es cierto que los asesinatos tienen un componente estético, o una ‘belleza’ si lo queréis llamar así.
Ahora mismo me viene a la mente un libro (incunable muy recomendado del que me gustaría hablar en detalle más adelante) llamado ‘El arte de matar’; no os dejéis engañar por el título porque no es una especie de manual del asesino en serie, sino una magnífica compilación de Daniel Sueiro, de todas las formas de pena capital que ha habido a lo largo de la historia en los diferentes países del mundo. Si realmente existiese un ‘arte de matar’, en el sentido estricto de la frase, ¿cómo sería?, ¿cómo podría entenderse o ‘apreciarse’?