Hace meses que tengo aparcada esta entrada, y hoy ya no quiero dejar pasar más tiempo sin publicarla.
Enero normalmente es para mi un mes de poner en orden papeles, correos electrónicos, y de desempolvar proyectos que se han ido quedando por el camino el año pasado, y que quiero retomar en algún momento (o descartar definitivamente). Asi es que, haciendo un repaso por los e-mails que me envían lectores y lectoras de este blog, he dado con un patrón común que se puede resumir en cuestiones como:
- No sé por dónde empezar
- No sé si hacer X me puede ayudar
- No sé si es contraproducente que haga Y
Este año voy con bastante retraso con la organización (estamos casi a mitad de marzo, ¡madre mía!), pero hasta ahora no he tenido la energía necesaria, ni la cabeza puesta en la Criminología como la suelo tener. Mi padre entró en coma el mes de febrero, y aunque despertó milagrosamente días después de que fuera a verle, recientemente ha entrado en fase terminal. Mientras alterno viajes y llamadas, intento mantenerme centrada y motivada, pero no siempre lo consigo. Sé que este es un motivo de fuerza mayor, pero siempre tengo por ahí el reconcome de «no estás al 100%». Hasta que llegue ese momento, paciencia.
Ahora, para abordar el tema de hoy, me gustaría hablar sobre cómo saber qué proyectos, trabajos, y personas pueden ayudarnos a salir adelante en Criminología; cómo conseguir algo de experiencia (si es que no la tenemos), cómo seguir aprendiendo, y cómo evitar el estancamiento y el no-crecimiento profesional.
El problema más grave que trato con muchas de las personas que me escriben para consultas relacionadas con esta profesión, es el saber por dónde empezar. A este respecto soy muy tajante, porque es un problema que he padecido yo misma, y que todavía a veces «me sobrevuela»: empezar por lo que sea, pero empezad. Hay que tener en cuenta que a veces nos ponemos como excusa este pretexto porque nos da miedo empezar a hacer algo, y queremos posponerlo eternamente. Hay que sincerarse con uno mismo, reconocer este hecho como algo normal, por lo que hay que pasar, y empezar a hacer lo que sea, pero hacerlo. Una vez estamos activos hay muchas dudas que se empiezan a disipar; es como cuando uno está nervioso antes de hablar en público pero una vez está frente al micrófono no puede parar de hablar. Lo que frena a mucha gente a la hora de emprender en Criminología o acometer proyectos personales que le ayuden a crecer como criminólogo, es el miedo a empezar; ni más, ni menos; pero ese miedo solo se supera si se hacen las cosas con él. Ignoradlo y tirad para adelante, no queda otra, no hay ningún secreto a este respecto.
Las siguientes dos cuestiones las voy a tratar en el mismo punto porque para mi son dos caras de una misma moneda: dónde invertir nuestro tiempo y esfuerzo para ser criminólogos. Los proyectos personales, igual que los profesionales, hay que elegirlos con algo de cuidado, y yo recomiendo tener en cuenta tres cuestiones clave:
- Si no te resulta difícil, no estás haciendo nada
- Si no aprendes cada día algo nuevo, te estás echando a perder
- Si el esfuerzo personal supera al profesional, ¡déjalo!
Respecto al punto 1: la Criminología es como hacer pesas; si no te pesa, si no te cuesta, si levantas 10 kilos sin inmutarte… el músculo no está trabajando. Con esta profesión pasa lo mismo: el cerebro tiene que trabajar. Hay que esforzarse, meterse con cosas que uno no entiende, meterse con cosas que uno no controla, para aprender y mejorar. ¡OJO! No meterse a ofrecer servicios sin experiencia, ni a hacer algo delicado para aprender sobre la marcha, ¡NO! Hablo de aprender a hacer Criminología en «un ambiente controlado» (aunque estéis en casa en pijama, o tengáis un rato en el metro para leer, ¡cualquier momento vale!) Sed autodidactas, pero sed duros con vosotros mismos, porque si nadie os mete caña y estáis todo el rato haciendo algo que se os da bien y nunca salís de ese «círculo de seguridad», no estáis mejorando en nada. Así de simple. A ver… tamoco voy a decir que «la Criminología tiene que doler», pero tenéis que notar la dificultad, la incertidumbre y el esfuerzo. Esto no es gratis; aquí no hay atajos.
Respecto al punto 2: Otro aspecto de esta profesión – y de muchas otras – es que hay que estar en constante «modo de aprendizaje». Ojito con tener una actitud cerrada de mente, o de «yo esto YA LO SÉ». Ese «ya lo sé» os puede traer muchos problemas en el futuro, porque ser un buen criminólogo implica replantearse de manera continua vuestros métodos, y vuestra manera de trabajar. En definitiva, los eternos alumnos de la maestra Criminología reciben mucho más a cambio, que aquellos que se convierten en expertos nada más salir de la carrera. Si en algún momento os dáis cuenta de que no estáis aprendiendo cosas nuevas sobre Criminología todos los días (sí, se puede), sed conscientes de que no estáis creciendo, y en el contexto del aprendizaje, soy de la idea de que cuando algo no crece, decrece. No se estanca sin más, porque el conocimiento se olvida. En este aspecto, la Criminología no es como montar en bicicleta. Si estáis en un trabajo o entorno en el que sentís que no estáis aprendiendo nada y que además os está frenando y quitando tiempo para hacerlo… es para plantearse seriamente mover ficha.
Respecto al punto 3: Entrar activamente en el mundo de la Criminología (trabajando, colegiándose, participando en proyectos con otros criminólogos, estudiando, llevando a cabo proyectos personales…) puede ser agotador; tal y como está la profesión, es bastante exigente porque no es nada fácil dedicarse a esto profesionalmente. Evidentemene, aquí cada uno se mete la caña que quiere/puede, pero hay una señal de alerta que hay que tener muy en cuenta (y no ignorarla), que es la del desgaste emocional. Si un proyecto o trabajo os empieza a afectar a nivel más profundo del que debería, y el esfuerzo que tenéis que hacer para sacarlo adelante empieza a robaros energía del terreno personal, es un serio candidato a ser descartado. Un esfuerzo sano para salir adelante como criminólogo puede ser el intelectual o el proactivo, pero la energía que tenéis para hacer frente a problemas personales debe quedar lo más intacta posible. Si os sentís «quemados» a nivel personal por lo que estáis haciendo, o cambiáis la manera de hacerlo, o lo dejáis. Aquí, de nuevo, no hay atajos ni soluciones mágicas.
Estos tres puntos se pueden resumir en lo que he llamado «pensar a lo GRANDE en Criminología», porque a veces es mejor invertir tiempo y esfuerzo en proyectos que irán más lentos, pero nos llevarán más lejos, que en proyectos aparentemente muy prometedores, pero que no nos van a llevar a donde queremos. Algunos ejemplos de la vida real:
- Si os ofrecen un trabajo X y creéis que lo podéis hacer mejor solos, o que el resultado será mejor, no lo cojáis (síiii, ¡qué fuerte esto que estoy diciendo!)
- Hay clientes que no interesan. Punto. Hay que aprender a identificarlos (y a saber decir ‘no’).
- Si tenéis algo muy bueno entre manos, ¡no os vendáis por cuatro duros!
- Ser freelance no significa ser free (vamos, que si sois autónomos o pretendéis trabajar solos, no trabajéis gratis)
- No trabajéis sin contrato o bajo condiciones paupérrimas. Hay que respetarse y cuidarse a uno mismo, porque «la máquina de la Criminología» sois vosotros. No dejéis que os exploten, porque cuando la máquina se rompe, puede tardar mucho en repararse.
Hay muchos más ejemplos como estos, y seguro que habéis vivido varios, u os váis a encontrar con otras experiencias similares en otros blogs y artículos de Criminología (y de otras profesiones, claro).
Los tres puntos que os he propuesto se pueden aplicar a todo tipo de situaciones, proyectos personales, colaboraciones, trabajo en equipo, trabajo por cuenta ajena… en fin, que es una manera de evaluar si estamos yendo a donde queremos ir o si nos estamos desviando de nuestro objetivo de convertirnos en criminólogos (y del tipo de criminólogo que queremos ser, que eso también es importante).
A título personal, quiero poner un ejemplo respecto a lo de «pensar a lo GRANDE en Criminología», que creo que puede ser esclarecedor; en él se reflejan los tres puntos a los que me he referido anteriormente.
En octubre del año pasado, cesé mi actividad en el Despacho de Criminología DACRIM. A día de hoy aún hay gente que me pregunta, o que no lo sabía, y se sorprende. La verdad es que fue una decisión difícil, y muy meditada (demasiado meditada, para qué nos vamos a engañar…) ¡Uno no se marcha de un Despacho de criminólogos todos los días! Los motivos -que evidentemente son un tema personal-, no los voy a exponer aquí, pero sí puedo deciros qué estaba pasándome:
- Llegó un punto en que el trabajo me resultaba fácil, luego… no estaba creciendo.
- Llegó un punto en que aprendía más de forma autodidacta que en el trabajo, luego… no estaba creciendo.
- Llegué a un punto de estar, no quemada, sino chamuscada. Mi salud no me agradeció mucho el haber pospuesto la salida de la empresa tanto tiempo. Era mi responsabilidad, y me puse en una situación complicada por negligencia (y por cabezonería también… ya os digo que dejar un proyecto empresarial así no es fácil).
Al detectar estas tres cosas, decidí tomar una decisión responsable, y marcharme. A día de hoy solo puedo estar agradecida de haber tomado esa decisión; muchos proyectos han vuelvo a ponerse en marcha, he conocido gente nueva con la que colaborar, he encontrado más trabajo como criminóloga, he descubierto lo mucho que me gusta enseñar, he vuelto a escribir (¡camino de mi segundo libro!), he seguido aprendiendo y mejorando al ritmo que necesitaba… en definitiva, me he «encontrado» de nuevo, y estoy en proceso de retomar mi actividad como perito en breve.
La etapa de DACRIM fue un episodio muy importante de mi vida (no solo a nivel profesional), y estoy tremendamente agradecida de haber pasado por él. Sigo pensando que ojalá hubiera más despachos de criminólogos, o simplemente, más criminólogos que optasen por el libre ejercicio profesional, porque si algo he podido observar y experimentar, es lo tremendamente útil y necesaria que es la Criminología en este país. En la vida hay ciclos que terminan y comienzan continuamente, así que el final de algo puede ser el principio de otra cosa.
Decir «pensar a lo GRANDE en Criminología» es fácil, pero hacerlo es mucho más difícil… exige coger el toro por los cuernos y hacerte responsable de tus éxitos y fracasos, asumir de verdad las consecuencias de tus actos, y creer y apostar por tí. A veces, esta es la única manera de saber qué estamos dispuestos a hacer por ejercer esta bonita profesión.
Gracias a tod@s l@s lector@s del blog que me escribís al mail, porque con vuestras preguntas yo también aprendo, y me dan la posibilidad de no olvidar de donde vengo. Todos somos eternos aprendices, pero es nuestra decisión personal el abrazar esa naturaleza o rechazarla. Yo lo tengo claro. ¿Y vosotr@s?
Hasta la próxima entrada.
Lamento lo de tu padre.
Un abrazo.
Gracias