¡Feliz año a tod@s con retraso! Aunque para retraso, el que vengo arrastrando con las actualizaciones del blog durante casi todo 2016…
Como algunos sabéis, uno de mis propósitos de enero de año pasado, era leer más y actualizar menos frecuentemente con entradas más largas, más documentadas, y en definitiva, un poco más complejas de lo habitual. Tanto ha sido así que he llegado a colgar un documento de 50 páginas, y alguna que otra entrada de esas que hay que leer sentado (o recostado) y con bastante calma.
Pero propósitos de año nuevo aparte, 2016 no ha sido un año nada fácil en lo personal, motivo por el cual decidí centrarme en lo esencial y quitarme ‘deberes’ que me impidieran estar centrada en lo importante (especialmente a partir del verano). Así que básicamente, desde septiembre toda mi atención ha estado repartida entre mi familia, DACRIM, y hacer lo posible por salir del ‘bache’.
Este 2017 vuelvo con nuevos proyectos (pero nada de propósitos, que luego no los cumplo y me da no-se-qué), las pilas más cargadas, y mucho, mucho trabajo como criminóloga por delante.
El pasado mes de noviembre, DACRIM cumplió 2 años, y es muy reconfortante ver como poco a poco los miembros del equipo estamos sacando el despacho adelante, recogiendo los frutos de lo sembrado, y erigiendo una reputacion entre nuestros clientes y colaboradores, de la que estamos muy orgullosos.
Y ya que hablamos de reputaciones… ¿qué puede hacer un criminólogo o un despacho de Criminología para conseguir una buena reputación? A mi parecer, la transparencia es la clave.
Recientemente tuve la oportunidad de escribir un artículo sobre el tema, que se ha publicado en la revista Criminología y Justicia Refurbished del mes pasado (Volumen 2, número 1). De hecho, la revista entera va sobre la transparencia, tema en el que me parece muy interesante ahondar como criminólogos, porque nuestro ejercicio profesional puede llegar a depender bastante de ello.
¿Y de qué va mi artículo? Pues como suelo hacer (ehem), me saqué de la manga un sistema llamado ‘La pirámide deontológica’, que se divide en tres niveles que dan nombre al artículo: Los tres niveles de la transparencia. Sobre esa premisa he ido contruyendo un artículo en el que conecto la transparencia con la deontología o ética profesional del criminólogo ejerciente, pero vamos, que en Criminología y Justicia lo han resumido muy bien (copio y pego):
Carlota Barrios nos da unas pinceladas nítidas sobre el ejercicio de la transparencia en el lienzo de una deontología profesional fundada en una jerarquía piramidal de tres cuerpos.
Si os interesa el tema de la transparencia o queréis leer el artículo, podéis adquirir el número de la revista en papel o en formato digital en la plataforma de Anomics o a través de Amazon.
En cualquier caso, espero estar pronto por aquí de nuevo, con un artículo que llevo preparando un tiempo y que tengo que maquetar debidamente, porque ahora mismo no es más que un revuelto de apuntes.
Aprovecho también para deciros que a finales de este mes, concretamente el miércoles 22 de febrero, DACRIM participa en el «Seminario de Criminología y Bienestar Social« que organiza la Universidad Pontificia de Comillas en su campus de Cantoblanco (Madrid).
El caso es que Julio Prada, compañero del despacho y responsable del Departamento de Formación, va a dar una conferencia muy interesante que creo que os puede gustar. Y que conste que no lo digo porque sea compañero de DACRIM… es que donde Julio va y abre la boca, la gente flipa en colores, os lo digo de verdad. El resto del equipo iremos de apoyo moral (en realidad queremos ver su conferencia, ea), así que si os dejáis caer por el Seminario, lo mismo nos vemos (especialmente si llevo las gafas) 🙂