Considero que una buena manera de hacernos oir como colectivo, es enviando cartas al Director a las redacciones de los periódicos.
Aunque suelen tener que ser bastante cortas (200 palabras o menos de 20 líneas), y hay más probabilidades de que las publiquen cuando van firmadas por varias personas o por una asociación, no hay tiempo que perder; recientes acontecimientos como la dimisión del Ministro de Justicia y la detención del presunto pederasta de Ciudad Lineal, están generando un airado debate sobre temas que nos atañen, como la reinserción y rehabilitación de los agresores sexuales seriales, la vigilancia de criminales potencialmente peligrosos una vez salen de prisión, los tratamientos que lleva a cabo Instituciones Penitenciarias, etc.
Ayer publicaba ‘El criminólgo frustrado’, y hoy he redactado una carta que he enviado a ocho periódicos de tirada nacional con la esperanza de que el nombre de la Criminología salte a la palestra, ahora que hay tanta inquietud por conocer qué podemos hacer como sociedad ante determinados crímenes.
Os ajunto el texto y os animo a enviar también vuestros escritos, que somos muchos pero sirve de poco si no nos hacemos notar 😉
«Criminólogos invisibles
¿Se puede rehabilitar a un pederasta? Es la pregunta que se hacen hoy muchos españoles.
Ante casos como el del presunto pederasta de Ciudad Lineal, cabe preguntarse si de verdad hemos hecho todo lo posible por rehabilitar a estos sujetos y minimizar las probabilidades de que reincidan. Mientras suenan ecos de cadena perpétua revisable, castración química y vigilancia de delincuentes potencialmente peligrosos, los criminólogos observamos atónitos un triste panorama en el que no tenemos ni voz ni voto, y al que no podemos aportar datos rigurosos provenientes de investigaciones científicas porque no existen salidas profesionales para nuestro colectivo; esto impide que podamos conocer el alcance real del problema, así como servir de apoyo a ámbitos como el judicial o el penitenciario.
Los tratamientos para violadores seriales existentes en prisión ni siquiera son obligatorios, de modo que, tal y como apuntaba Lacassagne, “tenemos los delincuentes que merecemos”. Mientras tanto, seguimos luchando por hacernos oir y por poder responder a las cuestiones que tanto preocupan a los ciudadanos, con la esperanza de que nuestros dirigentes demuestren cordura y tomen medidas para que los criminólogos dejemos de ser invisibles.»
¿A alguno os han publicado alguna vez una carta donde reclaméis atención sobre los criminólogos? Evidentemente este es un paso muy pequeño, pero serían miles las personas que leerían ese escrito. Personalmente considero que esta forma de ‘publicidad’, debería ser prioritaria para algunas asociaciones, ya que por desgracia, seguimos teniendo muchas tareas pendientes como colectivo profesional.