Esta semana se está hablando mucho en Madrid (y en España en general) de los recientes acontecimientos que han tenido lugar en una de las manifestaciones más sonadas de los últimos meses, conocida como la ‘marcha de la dignidad’ o 22M, ya que tuvo lugar el pasado 22 de Marzo.
En Criminología, solemos llamar Teoría del Conflicto a un parte de la Criminología Crítica que viene a decir, que las causas fundamentales del crimen son una serie de ‘fuerzas’ económicas y sociales, que ejercen su influencia sobre la sociedad (o al menos, sobre una parte muy amplia de ella). Esta Teoría del Conflicto viene muy bien para hablar de un tema candente en España en este momento, es decir, las manifestaciones o más concretamente, los altercados violentos que tienen lugar durante su transcurso.
Para quien no esté familiarizado con la Criminología, resumo aquí algunos de los puntos más importantes que incluye la Teoría del Conflicto, para que veáis lo bien que resume la realidad social que vivimos en estos momentos en España:
– El sistema de justicia opera siempre a favor de una élite rica y poderosa (empresas, organizaciones gubernamentales, familias adineradas e influyentes…)
– La política criminal parece estar hecha para controlar y oprimir a los más pobres
– La economía se usa para que el rico sea más rico y el pobre más pobre, o lo que es lo mismo, las élites subyugan a las clases más bajas mediante maniobras económicas
– Los ricos usan el poder para criminalizar a los que tratan de mejorar el sistema económico establecido y su posición dentro del mismo
– El Estado criminaliza a los grupos sin poder que protestan por las injusticias del sistema
¿Os suena de algo? Bien, pues es aquí donde entran a escena las manifestaciones que terminan como la del pasado 22M (con más de 100 heridos, algunos de ellos de gravedad, más de 70 bajas policiales por incapacidad e innumerables destrozos en la ciudad), ya que es un tema que bien merece la pena discutir desde un punto de vista criminológico. Mi intención no es entrar en debates pro-ciudadano/pro-policía, acerca de quién tuvo la culpa, quién provocó primero o quién ha salido peor parado, porque la cuestión va mucho más allá, y es muy simple: salimos mal parados todos como conjunto, como sociedad, en tanto que el resultado no beneficia a nadie.
Si consideramos seriamente los citados puntos de la Teoría del Conflicto, veremos que no sólo atiende a una realidad social que vivimos en el día a día, sino que es fácil darse cuenta del ‘caldo de cultivo’ que genera esta situación, donde no parece haber una salida fácil. La gente debe luchar por sus derechos, claro, pero ¿no es contraproducente la manera en la que acaban muchas de estas manifestaciones pacíficas? Me explico: la forma en la que suelen terminar la mayoría de las marchas pacíficas que se convocan casi semanalmente en Madrid, es con graves altercados entre policía y manifestantes. El 22M es un claro ejemplo de ello, y por desgracia, lo que ha hecho ‘famosa’ a esta marcha por la dignidad (adoquines arrancados de la calzada para ser usados como armas arrojadizas, contenedores quemados, material de obra usado para levantar barricadas, comercios con escaparates rotos, cajeros reventados, un gran número de heridos, etc.)
Todos sabemos que no todos los manifestantes son así, pero lo cierto es que estas concentraciones parecen atraer a un buen número de exaltados que aprovechan para dar rienda suelta a su indignación, cabreo o como los queráis llamar (esto da pie para que otro día escriba sobre la Teoría de la Anomia, por cierto); más tarde son ellos los que copan los telediarios y las portadas de prensa, quedando el mensaje y el objetivo de la manifestación, totalmente deslucido. Esto no sólo perjudica al resto de manifestantes, sino al resto de ciudadanos de a pie, que ve como el Estado aprovecha esos altercados para encorsetar sus derechos aún más si cabe.
Esta misma mañana se debatía la propuesta del gobierno de la Comunidad de Madrid, de autorizar lugares específicos para que tengan lugar las manifestaciones. Sin haber tenído aún la oportunidad de leer la propuesta formal, me aventuro a opinar que esto, así dicho, vulnera el derecho a la libre circulación de los ciudadanos, así como el derecho de expresión, puesto que no veo como van a manifestarse libremente un grupo de personas que no puede abandonar un recinto o una zona cercada. Si bien es cierto que ahora mismo es necesario que una manifestación esté autorizada para poder llevarla a cabo, no es lo mismo autorizar que contener en un espacio a los manifestantes, como si se tratasen de ovejas en un redil.
La cuestión a la que quiero llegar, es a que si nos preocupamos por conocer la ley, nos anticipamos a la consabida forma de actuar de nuestros gobernantes y estamos de acuerdo en que los organizadores de las manifestaciones no pueden hacer nada por evitar esos altercados -que se van a producir sí o sí-, ¿porqué no usamos nuestro sentido común y nos servimos de esos conocimientos para evitar más recortes de derechos?
Para poner un ejemplo claro, me centraré en la propuesta que está sobre la mesa del gobierno de la Comunidad de Madrid, para supuestamente alojar las manifestaciones en lugares habilitados para ello: ¡Madrid es muy grande! Quizá nadie se lo haya planteado así, pero, ¿porqué todas las manifestaciones se tienen que desarrollar en el centro? Algunas personas me han dicho que…
– «Porque así es más fácil llegar para todo el mundo»: Lo cierto es que Madrid tiene una gran red de transporte público y zonas con mucho menos tráfico.
– «Porque así es más fácil hacernos notar en los medios»: La mayoría de los estudios de televisión y sedes de grandes periódicos se encuentran en la zona norte de la ciudad, por lo que no me parece una razón muy convincente.
– «En el centro hay más sitio»: Tengo que reconcer que es de las razons más raras que he oído, porque precisamente el centro está lleno de calles estrechas y aceras llenas de turistas. Hay zonas de la ciudad mucho más amplias que jamás se usan para manifestarse.
– «Para la gente que viene de fuera es mejor»: A alguien que venga por ejemplo de Sevilla o de Barcelona, le va a dar igual ir al centro que a otra zona de Madrid, puesto que ha hecho un viaje de cientos de kilómetros… Por si fuera poco, el aeropuerto y las grandes estaciones de tren (quitando Atocha), están en la zona norte.
En fin, me han dado razones mucho más locas que las que expongo aquí (como que en el centro es más fácil esconderse si vienen los antidisturbios porque hay muchos locales donde refugiarse… cosa que no creo que les haga mucha gracia a los comerciantes, por cierto), pero a lo que voy es a esto:
He hecho este mapa a través de Open Street Maps, donde se puede ver la ciudad de Madrid rodeada por el carril ciclista (también conocido como anillo verde), que está representado por la línea azul. La parte roja es la zona donde se desarrollan las manifestaciones multitudinarias a las que tan acostumbrados estamos los madrileños. ¿Veís lo grande que es la ciudad? Si somos un poco considerados, deberíamos tener en cuenta lo hartos que están los vecinos de la zona centro, así como los pequeños comerciantes que tienen sus negocios en esa zona. De hecho, son los comerciantes del centro los que están de acuerdo con el gobierno de la Comunidad de Madrid para restringir las manifestaciones a lugares específicos y creo que perder el apoyo de los comerciantes de una zona a la hora de manifestarse es haber perdido una batalla muy importante, pero por desgracia, no les falta razón.
Cuando antes dije que Madrid es muy grande, me refería precisamente a que los organizadores de las marchas que recorren fin de semana sí y fin de semana también el centro de la capital, quizá deberían replantearse su estrategia y usar otras zonas de Madrid para convocar las manifestaciones. De esa manera no sólo se diversifica y se da la opción de acudir a personas que viven en otras zonas, sino que es así como realmente las manifestaciones se harían notar en los medios, rotando por la ciudad. También dejarían descansar un poco a los vecinos y comerciantes del centro, y quizá concienciarían más acerca de su causa a los ciudadanos de otras zonas, que no están acostumbrados a ver manifestaciones ni a vivirlas en primera persona.
Personalmente debo decir, que jamás he visto una manifestación de este tipo en la zona norte, donde se encuentra el centro financiero de la ciudad, es decir, donde están ‘los poderosos’. Tristemente las veo siempre en zonas más humildes de la ciudad, donde el comercio tradicional ya trata de salir adelante con no pocas trabas, como para encima tener que lidiar contra destrozos ocasionados por exaltados y un flujo constante de manifestantes ante sus escaparates.
La Teoría del Conflicto cobra aquí un cáriz difetente, y casi se podría decir que desarrolla un doble filo: Es el oprimido el que lucha contra el oprimido; son las personas que luchan por sus derechos los que se pisotean entre ellos mientras el rico y el poderoso mantienen su status quo y utilizan esas manifestaciones que terminan con disturbios como arma arrojadiza, para cortarle más todavía las alas a la libertad de expresión; el hecho de que ahora se estén planteando restringir las manifestaciones a quién sabe qué zona para que se dejen de producir en el centro, es un castigo injusto, sí, pero también ganado a pulso por la falta de sentido común y una impulsividad casi reaccionaria.
Podemos estar muy acuerdo con la Teoría del Conflicto, pero no debemos olvidar que a veces las tornas se invierten, y el poderoso pasa a ser el exaltado que arranca adoquines para lanzarlos contra un policía, un escaparate o un transeunte que se encontraba en el momento y el lugar equivocados. La capacidad de razonar y decidir sabiamente también puede hacernos poderosos, porque quizá así podamos usar (aunque sea por una vez) la ley en nuestro beneficio o al menos impedir que sigan apareciendo leyes que recorten nuestros derechos, como parece que está apunto de suceder.
Desde mi punto de vista como Criminóloga, considero que estamos observando fenómenos socio-criminológicos que pese a haberse descrito hace más de un siglo, nos siguen afectando de la misma forma, y por algún extraño motivo no somos capaces de encontrar una solución como conjunto de indivíduos. Quizá un ejercicio de auto-conciencia nos aclare las ideas y nos enseñe a defender nuestros derechos frente al poderoso sin perjudicar a los que se encuentran a nuestro mismo nivel (o al menos minimizando ese perjuicio).