Quería haber publicado esta entrada la primera semana se septiembre, por aquello de ‘el día del criminalísta‘.
Aunque con un poco de retraso, quiero dedicar esta entrada a Juan Vucetich, al que muchos consideran el padre de la dactiloscopia.
Su nombre real era Ivan Vučetić, ya que había nacido en Croacia, más concretamente en la isla de Hvar (perteneciente al archipiélago de Dalmacia) en el año 1858. Pasó a llamarse Juan Vucetich cuando obtuvo la nacionalidad argentina alrededor de 1885.
Antes de emigrar desde su tierra natal para establecerse en la ciudad de Buenos Aires, llevó una vida muy reservada, ya que incluso se desconocen los estudios que realizó durante su juventud en Croacia. Es a partir del año 1882, cuando emigró con sus familiares rumbo a Argentina, cuando se le empieza a conocer.
En 1888 ingresó en el cuerpo de policía de la provincia de Buenos Aires, donde puede decirse que consiguió llevar su interés por la antropometría a otro nivel, así como desarrollar su carrera profesional. No obstante, se dedicó anteriormente a la música (ya que era una de sus pasiones) y al campo sanitario.
Cuando ingresó en la policía se sabe que estuvo un tiempo en el departamento central y luego pasó a la oficina de estadísticas. En 1891 le encargaron un estudio sobre identificación antropométrica, ya que era la materia en la que más interesado estaba.
Vucetich observó que el sistema de identificación era deficiente, así que decidió introductir las impresiones digitales, creando un sistema en el que tenía en cuenta 101 rasgos característicos de las huellas (frente a los 40 de Galton). Para simplificar el método y poder aplicarlo mejor, Vucetich diferenció 4 tipos esenciales de rasgos característicos: arcos, verticilos, presillas internas y presillas externas.
Aunque Galton fue el pionero en el estudio de las huellas dactilares, Vucetich fue la primera persona en usar un método de identificación por medio de impresiones dactilares de manera sistematizada, por lo que el 1 de septiembre de 1891 (una año antes de que Galton publicase su famoso libro «Huellas dactilares»), se inauguró la Oficina de Identificación Antropométrica; Vucetich había conseguido crear el primer registro dactiloscópico del mundo, que se aplicaba en Argentina tanto en el ámbito del derecho penal como en el del civil.
Vucetich tomó las huellas dactilares de todos los reclusos de la carcel de La Plata, y en 1892 se condenó a una mujer por haber matado a sus hijos, gracias a las huellas que dejó en la escena del crimen (caso de Francisca Rojas).
El sistema funcionaba tan bien, que pronto se empezó a utilizar en otros campos, como por ejemplo en el ejército o en el sistema electoral argentino, y no sólo eso, sino que el sistema fue poco a poco extendiéndose por el resto de países y hoy en día es el más usado, con pequeños cambios, pero la misma base: la identificación alfanumérica de los dedos de la mano.
Sobra decir que Vucetich recibió numerosos premios por su labor, tanto en Argentina como internacionales, así como en Croacia, la tierra que le vio nacer. Entre sus obras se pueden encontrar «Instrucciones Generales para el sistema antropométrico e impresiones digitales» o «Dactiloscopía comparada«, que se tradujeron a muchísimos idiomas a fin de adoptar su sistema, cosa que se hizo en países no sólo occidentales, sino también en China y Japón.